Todos tenemos cualidades especiales que nos distinguen los unos de los otros. Si recordamos que somos creados a imagen y semejanza de Dios, podemos decir que estas cualidades son el reflejo de los atributos de Dios. A estas cualidades también se les llama talentos, dones. Estos dones y talentos nos los ha dado Dios. Ellos son parte inherente de nuestro ser y nos forman, nos moldean en quienes somos como personas; ellos son los responsables de nuestra vocación.
Muchas veces tenemos la idea de que la vocación se refiere al llamado de servir en la vida religiosa. Pero no, nuestra vocación es el llamado a usar nuestros talentos y dones, poniéndolos al servicio del bien común y así desarrollar nuestro potencial como individuos. Si reconocemos que todos somos hijos del mismo Padre, podemos decir que estos dones deben servirnos para aunar fuerzas para contribuir al bienestar de la creación que Dios nos ha dado y de la sociedad donde vivimos.
Cuando respondemos a nuestro llamado vocacional, nos sentimos satisfechos y contentos con el trabajo que hacemos. Todos hemos escuchado de alguien que ha rechazado una paga más alta o una posición ejecutiva, porque esa personase siente gusto, realizado, con lo que hace.
Como catequistas y como padres, debemos ayudar a los niños y jóvenes a discernir sobre la importancia de su vocación y sobre cómo servir a otros, ya sea como religiosos o como laicos.
Descargue la Estampa de oración a la Vocación y récela antes de poner en práctica su misión.