El verano puede ser una temporada maravillosa para las familias. Sin embargo, puede representar un desafío a la hora de conectarnos con nuestra fe católica. ¡Descarga un Kit de verano de la fe familiar que ayudará a las familias a conectarse con su fe católica durante los meses de verano!
Ah… el verano. La calidez del sol, la lista de lecturas de verano, los niños que vuelven de la escuela al hogar, los adolescentes que comienzan sus trabajos de temporada, y, con un poco de suerte, las vacaciones familiares que esperan por nosotros.
Durante el verano, el Hijo de Dios y el sol son rivales intensos en el cielo. La Misa dominical se enfrenta a un nuevo conjunto de actividades extracurriculares divertidas y significativas. A menos que preparemos nuestro corazón y a nuestra familia, el verano puede pasar inadvertido, al igual que nuestra relación con Dios.
A menos que preparemos nuestro corazón y a nuestra familia, el verano puede pasar inadvertido, al igual que nuestra relación con Dios.
El verano nos brinda nuevas oportunidades para agradecer por lo que somos y tenemos y por quiénes nos acompañan. Ser una familia de gratitud es fundamental para ser una familia de fe. La gratitud ordena nuestras vidas naturalmente cuando la practicamos. Nuestras prioridades se acomodan de manera saludable.
Cuando nos centramos en la gratitud, Dios ocupa el primer lugar, ya que todo lo bueno proviene de Él. Asistir a la Misa dominical se vuelve importante por diferentes razones. Con la gratitud en mente, la iglesia es el lugar donde adoramos y agradecemos a Dios. No es el lugar donde tachamos una casilla de una lista de verificación de “cosas que hacer para evitar ir al infierno”, tal como se ven tentados a hacer algunos “católicos con seguro contra incendio”.
La gratitud comienza en nuestros corazones. Aunque suene extraño, comienza con el deseo de desear ser agradecido. Repito: para crecer en la gratitud, a veces necesitamos pedir a Dios el deseo de desear ser agradecidos. Para muchos de nosotros, por desgracia, la gratitud no es una actitud típica. A menudo nos centramos en lo que necesita arreglarse o corregirse, lo malo que debe rectificarse. La gratitud es algo que practicamos. Es un hábito… un buen hábito.
Veamos un pequeño dato curioso para católicos: ¿cómo se denomina un buen hábito? Respuesta: virtud. Si alguna vez le pidió a Dios desarrollar una virtud particular (por ejemplo, paciencia o perdón... o gratitud), sabe que Dios no chasquea los dedos y ¡zas!… lo convierte en una persona virtuosa. No existe un polvo de hadas divino que lo transforme por arte de magia. El desarrollo de una virtud cuesta trabajo. Entonces, de nuevo, dado que solemos ver lo que falta o lo que podría ser mejor, tenemos que orar por el deseo de desear ser agradecidos.
El verano nos brinda muchas oportunidades para cultivar la gratitud en nuestras familias. Muchas de estas oportunidades se presentan de forma natural. No es necesario prepararse con antelación. Sin embargo, debemos ser conscientes de estas oportunidades naturales para la gracia y el crecimiento cuando se presenten.
Por ejemplo, una tarde, al ver a mis hijos jugar juntos en el trampolín y darme cuenta de que no se empujaban ni se tiraban del cabello, para variar, ni se saltaban encima, grité: “¡Los amo tanto, chicos! Gracias por jugar con educación”. Ellos sonrieron y se rieron un poco. Más tarde, tuvimos una merienda juntos alrededor de la mesa. Grace, mi hija de cuatro años, me dijo: "Gracias por esta comida, papi". Sonreí. Y pensé en lo contagiosa que es la gratitud. Unas pocas palabras de agradecimiento a mis hijos dieron como resultado algunas palabras de agradecimiento hacia mí. Me recordó pedir a los niños que agradecieran a Dios. Así que juntos oramos para bendecir la mesa.
Practicar la gratitud siendo conscientes de nuestras bendiciones es una excelente manera de estar conectados con Dios durante todo el verano. Descargue una hoja de consejos con tres ideas simples para que las familias practiquen la gratitud en la casa este verano o en cualquier época del año.
Esta publicación es la primera de una serie de tres publicaciones realizadas por el autor invitado, diácono Matthew Halbach, PhD. Él es Director Ejecutivo de Catequesis para William H. Sadlier, Inc. y miembro del Consejo Consultivo Nacional de la USCCB. Obtuvo su doctorado en Catequesis en la Universidad Católica de América en el 2014. Está casado y tiene seis hijos. Como "diácono doctor", el diácono Halbach será un bloguero invitado destacado durante todo el verano en el Blog de Sadlier Religion sobre el tema verano, familia y fe. Suscríbase ahora para ver la segunda y la tercera publicación de esta emocionante serie.