Marzo 13, 2018 Creemos Temporada Cuaresma, SP Recursos - Oracion, SP Temporadas - Triduo/Pascua
Durante la Cuaresma nos hemos estado preparando para la celebración de la Pascua: la Resurrección del Señor al tercer día de su muerte. Esta obra, en tres actos litúrgicos: Cuaresma-muerte-Pascua es una prefiguración de la obra de nuestra existencia: vida-muerte-resurrección. La promesa de la Resurrección se presenta como la más grande. “La promesa de ver a Dios supera toda felicidad” (CIC 2548).
La esperanza de la Resurrección nos llena de alegría por infinidad de motivos, tal como lo dice el pregón pascual: “esta noche santa, ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes”. En este blog quisiera reflexionar en tres de los motivos más profundos de la alegría de la Pascua.
Descargue la Estampa de oración Danos tus ojos y compártala en su casa o parroquia.
TRES RAZONES PARA LA ALEGRÍA DE LA PASCUA
La Resurrección no es continuación. Hay una diferencia enorme entre inmortalidad y resurrección. La inmortalidad, y sus derivados, – como la reencarnación – básicamente son una continuación de la vida que conocemos, con ciertas diferencias dependiendo de la tradición o religión o filosofía que lo explique, pero, a fin de cuentas, serán una continuación. La Resurrección es una vida nueva, seremos los mismos pero distintos. ¿Suena raro? Sí, pero no del todo, es como cuando formulas un concepto tan simple como “tres” y se lo aplicas a realidades distintas: tres sillas, tres casas, tres dólares, tres millones de dólares o incluso tres vidas. Son cosas muy distintas, pero el “tres” no cambia. Pues bien, la vida en la Resurrección, es la misma, pero distinta.
La muerte nos muestra que nuestra relación con el mundo material no nos desintegrará para siempre. Nuestra relación con lo material es evidente, casi todo lo que hacemos o quisiéramos es material: dinero, casa, coche, salud, más todo lo que sentimos o tenemos. Sin embargo, ahí no termina, pues por alguna causa cuando tenemos algo queremos más; cuando somos jóvenes queremos madurar, cuando somos viejos quisiéramos volver a la juventud y la lista sería interminable: mejor casa, mejor trabajo, mejor posición, mejores amigos… ¡Mejor Dios! En una palabra, quisiéramos que nuestra vida fuera siempre mejor cuando en realidad experimentamos que nos vamos haciendo viejos. Esa constante búsqueda de algo más nos indica que el tiempo que pasa sobre nosotros nos demuestra que, después del tiempo, hay algo más a lo que aspiramos secretamente. En el fondo sabemos que el tiempo se nos acabará, pero nosotros no.
La Resurrección es el principio de una nueva vida, no el final de nuestra vida. Es maravilloso cuando lees el Evangelio y ves que Jesús era él mismo al punto de preparar y comer pescado con ellos, pero también te das cuenta que atravesó las paredes del lugar en la famosa escena de la incredulidad de santo Tomás, quien le tocó las heridas ¡sin dolor sólo tres días después! Se les presenta de una forma más cercana a lo que ellos quisieran ser. No tan inalcanzable y tan poderosa como lo vieron en la Transfiguración, sino tan familiar que casi no podían creer su cercanía. Ese contraste entre lo parecido y lo distinto del Jesús que experimentaron los apóstoles, es la Resurrección. La unidad que incansablemente buscamos entre lo material y lo espiritual sólo se da en la Resurrección y sólo se alcanza en la plenitud de la vida que nos ofrece Jesús en la Iglesia.
CONCLUSIONES
Una eternidad con principio no es eternidad. Cristo nos ofrece una vida nueva, no una continuación de la vida que comenzó cuando nacimos, sino una transformación de la vida que comenzó desde toda la eternidad, cuándo Él nos amó.
Hay que valorar el tiempo respecto de la eternidad, que no es alargamiento del tiempo, sino el tiempo que tenemos para vivir en plenitud nuestra propia eternidad.
Nos relacionamos con el mundo material, pero no nos desintegramos con él. Los seres humanos nos llevaremos nuestra historia y la historia de la humanidad a la vida eterna para dar lugar a una nueva vida en Cristo. Nuestra vida es una historia real, no quedará en el olvido, sino que se transformará.
Oremos para que veamos toda nuestra vida con ojos de Pascua, para que veamos la resurrección a la que estamos llamados y nos dirijamos hacia ella con todas las fuerzas de nuestra alma.
-Luis Medina
By Unknown; publisher of Bible Card (http://thebiblerevival.com/clipart27.htm) [Public domain], via Wikimedia Commons