Mayo 22, 2019 Creemos Para las Familias- Actividades, Creemos Catequetico- Articulos de apoyo, REL PD - Family Faith, SP Catequesis - K-6, SP Catequesis - Infancia, SP Catequesis - Secundaria, SP Recursos - Folletos, SP Recursos - Articulos, SP PD - Lideres, SP Temas - Catequesis, SP PD - Catequetico
Involucrar a las familias católicas en los ritos de la fe por medio de historias
Por: Kathy Hendricks
Si tuviera que mencionar solo un tema de catequesis que surge una y otra vez mientras viajo por el país, este sería cómo ayudar a las familias a transmitir y crecer en la fe mientras están en casa.
Doy una serie de presentaciones sobre el tema y todas ellas se relacionan de alguna forma con la importancia de compartir historias. A primera vista, podría parecer algo poco útil. ¿No deberían dedicarse los papás a enseñar oraciones para niños, explicar la doctrina y las prácticas religiosas, y animar a sus hijos a tomar buenas decisiones sobre cómo vivir y cómo amar y servir a los demás? Por supuesto. Pero es importante recordar que la catequesis en casa no es algo estructurado. Así pues, la vida familiar de todos los días es donde tiene lugar la catequesis más rica. Y contar historias juega un gran muy importante a la hora de transmitir la fe.
En este artículo voy a analizar el papel que las historias juegan en la transmisión de la fe y cómo los Líderes de Catequesis Parroquial pueden involucrar a las familias en los ritos de fe compartiendo historias. Se incluye un folleto catequético para imprimir que los líderes escolares pueden dar directamente a sus catequistas, profesores y papás para explicar y poner en práctica esta idea de usar historias y su relación con los ritos de la fe.
Mientras lees este artículo, reflexiona en las siguientes preguntas:
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¿Qué historias familiares tienen un significado para ti? ¿Qué te dicen sobre la presencia y la gracia de Dios?
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¿Qué te han enseñado los ritos familiares sobre la forma en que celebramos la liturgia y los sacramentos?
Poner Nuestras Historias en Relación con una Historia más Grande
En la introducción a su libro, Kitchen Table Wisdom (Sabiduría en la mesa de cocina; Riverhead Bookn interna entre las historias. “Detrás de todas las historias está la Historia por excelencia. Mientras más escuchamos, más clara se vuelve la historia”. Las historias nos recuerdan nuestra humanidad común y, mientras las contamos —dice Remen—, “se teje y fortalece nuevamente la familia”.
Los medios electrónicos nos han dado un acceso todavía mayor a la historia de nuestro vivir en comunidad. Así, mi historia puede estar relacionada con la de otra mamá al otro lado del mundo. Lo malo es que, mientras crece nuestra obsesión cultural con los reality shows y los programas sobre la vida cotidiana de las celebridades, disfrutamos conociendo las peores partes de la historia de otras personas. Incluso a las historias positivas puede faltarles la profundidad de una historia que se cuenta una y otra vez para poder captar su mensaje más profundo.
Transmitir la fe implica un proceso narrativo en el que encontramos relaciones entre nuestras historias personales/familiares y nuestra Historia como pueblo de Dios. Estas abarcan los gozos y las agonías de la vida; la pérdida, el temor y la ilusión que acompaña a las transiciones; y la obscuridad y la claridad que acompañan a la aventura de la fe. Esas historias están enraizadas en la familia.
Cómo las Historias de la Familia Ayudan a Transmitir la Fe
¿Qué tienen que ver las historias de la familia con la transmisión de la fe? Por una parte, nos enseñan algo fundamental sobre el sentido de la vida. En su libro, Thin Places, A Pilgrimage Home (Lugares privilegiados, una peregrinación a casa; Columbia University Press, 2009), la antropóloga Ann Armbrecht describe su experiencia de vivir en Nepal, entre personas que constantemente cuentan historias de sus antepasados. Las historias —dice— son la forma en que le damos sentido a nuestras vidas. “Con ellas nos decimos a nosotros mismos y a los demás quiénes somos y qué queremos, hacia dónde vamos y por qué. Nos ofrecen un punto de referencia, un lugar seguro desde el cual podemos adentrarnos en el mundo”.
La naturaleza repetitiva de las historias familiares se refleja en la forma en que vemos la catequesis formal en la Iglesia. Contamos una y otra vez la gran Historia de nuestra tradición: la del misterio de la creación; la vida de Jesús, sus enseñanzas, muerte y resurrección; la del Espíritu Santo y su presencia que da vida. Cada vez que la volvemos a contar, descubrimos nuevos niveles de significado conforme vamos madurando en nuestra comprensión y compromiso con la fe. Esto nos permite encontrar profundas relaciones entre nuestra vida cotidiana o experiencias más importantes y nuestras creencias religiosas, valores, prácticas y tradiciones. Siguiendo los pasos de nuestros antepasados, transmitimos nuestra historia religiosa a las siguientes generaciones, no solo con palabras, sino también dando testimonio del amor y compasión de Cristo.
Las historias también nos ponen en contacto con algo que es más grande que nosotros mismos: nuestro lugar dentro de la familia —tanto inmediata como ampliada—, así como dentro de las generaciones de creyentes que nos han precedido. Las historias también nos pueden ofrecer una comprensión más profunda de la forma en que fuimos educados. Entrar en contacto con esto último arroja luz sobre la forma en que concebimos a Dios, la forma en que apreciamos o desechamos una tradición religiosa, los valores que abrazamos y las decisiones que tomamos. Por ello, escribir una autobiografía espiritual es un ejercicio esencial para la dirección espiritual.
Walter Brueggemann, un estudioso hebreo de la Escritura, dice que los niños necesitan conocer historias de su tradición de fe, de forma que puedan identificar su lugar dentro de ella. Esto significa que se convierten en participantes activos del proceso, no solo por escuchar las historias, sino también al contar las historias espirituales con sus propias palabras y llevándolas a la práctica a través de obras, actitudes y comportamientos que contribuyen a crear un mundo más lleno de amor y justo.
Pasar de las Historias Familiares a los Ritos Familiares
Además de subrayar la necesidad que tienen los niños de escuchar y recibir las historias de su tradición de fe, Brueggemann también hace hincapié en la necesidad de celebrarlas. Esto sucede sobre todo durante los ritos religiosos, otro proceso que se enraíza en el hogar.
Un rito es una forma de hacer algo siguiendo un patrón, la cual se perfecciona gracias a la repetición. El uso de símbolos se vuelve familiar a través de un uso coherente y de su relación con días y épocas particulares. Esa repetición crea un sentido de identidad dentro de nuestra familia, grupo étnico, iglesia o sociedad. Los ritos también proveen estabilidad y consuelo en tiempos de duelo o sufrimiento. “Volver a la normalidad” a menudo significa que podemos celebrar como solíamos, recurriendo a ritos, símbolos y tradiciones familiares.
El uso de ritos es una forma importante en que las familias oran juntas. A través de ellos expresamos nuestros valores espirituales y religiosos. Damos gracias, reconocemos que nos necesitamos unos a otros y celebramos nuestras bendiciones. Hay un vínculo muy sólido entre las tradiciones domésticas y aquellas que tienen lugar en la iglesia. Los ritos del hogar hacen que el culto dominical sea mucho más significativo porque contiene símbolos con una grandísima capacidad para transmitir el mensaje y el misterio.
Los niños aprenden el significado de las estaciones y de las fiestas, no con largos discursos, sino participando al lado de sus padres y abuelos, hermanos, primos y amigos, mientras se preparan, comparten y más tarde recuerdan cada una de las celebraciones. Repetir estas celebraciones cada año refuerza los conocimientos del niño, su aprecio y comprensión de estos ritos y de las historias que acompañan a cada uno de ellos. “Incluso cuando los niños no entienden la lógica que da forma a un determinado evento, intuyen el significado de una celebración al procesar los sonidos, imágenes, aromas, ritmos y emociones de esa experiencia” (Karen Marie Yust, Real Kids, Real Faiht [Niños auténticos, fe auténtica], Jossey-Bass, 2004).
Yo puedo dar fe de esto de una manera muy personal. Si bien mis padres no eran totalmente conscientes de ello, nos dieron a mis hermanos y a mí una profunda experiencia del año litúrgico al hacer de nuestra casa el centro de las reuniones familiares. Muchas de ellas giraban en torno a las estaciones y fiestas, las cuales se celebraban a modo de rito. Aparecieron las “herramientas” para algunas fiestas: la porcelana fina para el Día de Acción de Gracias y los platos de cartón de color rojo, blanco y azul para el 4 de Julio. Hacíamos pasteles o carne asada según la tradición, nos arreglábamos o vestíamos de manera informal para crear un ambiente o estado de ánimo acorde con la estación. Estas experiencias crearon una base muy importante para mi experiencia posterior de culto católico, así como para las formas en que iba a introducir a mis propios hijos en los ritos y la celebración de nuestra historia familiar y común.
Quizás no lo entendí así en ese momento, pero las historias y ritos de mi niñez fueron una experiencia de crecimiento personal y espiritual, una forma de entender quién era yo y a qué ambiente pertenecía. Ahora me doy cuenta de que comencé justo en el lugar adecuado —mi casa— y así me atreví a adentrarme en un mundo todavía más amplio. Más tarde, mis hijos me ayudaron a reconocer el valioso papel que las historias juegan en cada etapa de la vida. Estas no solo evocan el pasado, sino también nos dan fuerza para vivir, como dice Remen, “una vida digna de ser recordada”. Los ritos nos ayudan a integrar el significado de nuestra historia personal con nuestra vida colectiva. Juntos, la historia y el rito ofrecen una sólida base para el desarrollo de la fe a lo largo de toda la vida. En pocas palabras, es natural que el lugar para sembrar esa semilla sea el propio hogar.
ENCONTRAR RELACIONES
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LÍDERES DE CATEQUESIS PARROQUIAL: Cuando reúnas a las familias para la preparación sacramental o para las reuniones intergeneracionales, reserva tiempo para que puedan compartir historias y ritos personales. Después ayúdales a encontrar relaciones entre esas historias y los ritos de casa y de la Iglesia
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LÍDERES CATÓLICOS DE LAS ESCUELAS: Cuando comience la primavera y la Pascua, invita a las familias a compartir historias sobre sus tradiciones de Pascua favoritas. Haz una compilación de ellas para compartirlas a través del boletín de la escuela y después vean la relación entre el gozo pascual y la nueva vida que Cristo nos promete.
IDEAS PARA RECURSOS
Visita el Centro Familiar en Sadlier Religión para encontrar actividades, oraciones e ideas para compartir la fe en casa. Usa el filtro que se encuentra al lado izquierdo de la página principal para encontrar material que puedas compartir con las familias de tu parroquia o escuela.