La Cuaresma nos presenta una buena oportunidad para la renovación de nuestra Iglesia y de nosotros mismos. Se recomienda que practiquemos los tres pilares de la Cuaresma, que son; la oración, el ayuno y la limosna. La limosna es más que simplemente dar unos centavos a un desamparado. La limosna para mí es caridad. En el Nuevo Testamento, san Pablo nos dice en su carta a los Corintios, “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”. (1Cor. 13:13) El amor en forma de caridad es una de nuestras virtudes cristianas más importantes.
En el tiempo de Cuaresma hacemos muchas obras de caridad y hablamos de la importancia de la caridad en nuestras sesiones catequéticas. El papa Francisco nos dice que la caridad está basada en Dios nuestro Padre. Es un amor profundo que viene del corazón de Dios y está inculcado en nuestros corazones. Por eso las obras de caridad deben de tener un aspecto de reflexión y oración. Muchas veces hacemos obras de caridad y realmente no les ponemos mucha atención. El amor que Dios nos da, nos impulsa a hacer obras de caridad. Solo por medio de la reflexión y la oración vemos claramente la conexión de nuestras obras de caridad con el amor de Dios.
Para renovar nuestro espíritu de solidaridad durante la Cuaresma les recomiendo estos tres pasos o puntos:
1. La oración, que vincula la obra con el amor de Dios y sobre todo con la gracia. No solo debemos dar gracias por el don de la caridad sino también buscar lugares donde hace falta el amor de Dios.
2. La persona, cuando hacemos una obra de caridad hay que estar seguros de que no sea un acto egoísta o para nuestro propio bienestar. Es fácil dar limosna de lo que nos sobra para callar nuestra conciencia, pero nos cuesta entender más profundamente las causas de la pobreza. Es decir, tomar en cuenta a la persona que va recibir nuestra caridad. Y más importante, hacernos la pregunta clave del por qué tiene hambre esa persona o por qué necesita esa limosna. Cuál es la situación que le ocasionó su estado y cómo podemos asistirle a que, no solo tenga que comer hoy, sino que pueda mantenerse por sí misma. La reflexión y la oración nos ayudan a entender esta situación.
3. Cuando terminamos una obra de caridad debemos reflexionar en el beneficio futuro de la acción. Las necesidades son muchas en nuestras comunidades, nuestro esfuerzo caritativo debe ser constante, no solo una vez o de vez en cuando sino que todo el tiempo.
Como nos dice el papa Francisco: “La caridad es simple: adorar a Dios y servir a los demás”. (Homilía para el Consejo de cardenales 10-1-13).
Descargue el Listado de las Obras de misericordia e intente practicarlas en las diferentes situaciones de la vida.