Generalmente relacionamos el Día de la Independencia con la libertad. En el Día de la Independencia celebramos nuestra liberación de la dominación de una potencia más poderosa y el aprecio por los héroes que lograron esa libertad.
Hay otra libertad más importante, la libertad que heredamos por ser hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza, y que fue garantizada por el sacrificio de Cristo. Nuestra verdadera libertad costó un precio muy alto. Dios envió a su único hijo para que pudiéramos “participar así en la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Romanos 8:21). Algunas veces olvidamos nuestra realeza. Somos hijos de Dios y por tanto, creaturas libres para vivir en armonía con todos y todo lo que Él ha creado.
Para ser verdaderamente libres, Jesús nos invita a conocer la verdad. Él nos dice: “Conocerán la verdad y la verdad los hará libres” (Juan 8:32). Conocer la verdad es conocer a Jesús. Si lo conocemos a Él, que es la verdad, tendremos libertad y “si el Hijo nos da la libertad, seremos verdaderamente libres” (Juan 8:36).
Este cuatro de julio, ponderemos nuestra verdadera libertad. Recordemos que el Señor es el Espíritu y si el Espíritu del Señor mora en nosotros seremos libres, porque donde está el Espíritu del Señor hay libertad (2 Corintios 3:17).
Descargue la Estampa de oración Por los héroes de nuestra independencia y celebremos todos juntos la gloriosa libertad de vivir en esta gran nación.
-Dulce M. Jiménez Abreu