El tema del domingo catequético de este año, nos invita a reflexionar sobre nuestra misión como discípulos de Jesús. Todos somos llamados a hacer algo, somos enviados a hacer un trabajo para el Señor. Unos son enviados a hacer cosas extraordinarias. Moisés fue llamado a librar el pueblo de Dios de la esclavitud en Egipto. Otros somos llamados a hacer cosas pequeñas. No importa cuán modesta sea la misión, esta es importante. Es una pieza en el rompecabezas que es el plan de salvación de Dios.
Todo llamado amerita una respuesta. Cuando aceptamos llevar a cabo la misión que se nos pide, debemos tener pendiente que el Señor promete estar con nosotros siempre a lo largo del camino. Qué tranquilidad la de saber que no estamos solos, que no tenemos que temer porque estamos haciendo el trabajo que nos pide el Señor y que él estará con nosotros siempre. Es una promesa, y el Señor nunca miente.
Somos discípulos de Jesús, Él nos invita a llevar la buena nueva del amor de Dios a otros. Esa es nuestra misión. Somos discípulos en misión. Al llevar a cabo nuestra misión tenemos que imitar al maestro. Eso es ser discípulo, seguir las enseñanzas de un maestro. Seguimos las enseñanzas de Jesús respondiendo como Jesús respondió: siendo compasivos y misericordiosos con los demás, amando a todos sin excepción.
Es importante detenernos y recordar nuestro llamado, nuestra respuesta a ese llamado y renovar nuestro compromiso, nuestro sí señor, aquí estoy.
Hagamos el propósito de recargar nuestra energía para renovar nuestro sí para continuar llevando el mensaje de Jesús a otros.
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