Todas las guerras son odiosas. Todas traen amarguras y devastaciones de todo tipo. Las personas que las hemos experimentado personalmente, o sufrido sus horribles consecuencias, estamos marcadas para toda la vida. Sin embargo, parece que no se pueden evitar dado que estamos cundidos del mal por todas partes, sea por razones morales, políticas, económicas, religiosas u otras igualmente repletas de motivos perniciosos.
Hace poco leí que la guerra civil estadounidense perdió unas 750,000 personas, más que todas las otras guerras norteamericanas juntas. En términos de la población actual, esa cantidad representa un 2 a un 2.5 por ciento, o sea, de 6 a 7 millones de personas. Pero, esa guerra sucedió hace tiempo y hoy se la mira como un orgullo nacional. Increíble, ¿no?
Así miramos las guerras de independencia. Son un orgullo patrio que elevan la dignidad de un pueblo y su puesto dentro de la comunidad humana. El trabajo heroico de sus guerreros pasa a la historia, idealizado, revestido de gloria y admiración. El tiempo sana el sufrimiento y reconstituye la determinación de los ciudadanos a continuar luchando por un porvenir mejor.
Recordemos esta semana la inmensa cantidad de hombres y mujeres que perdieron la vida en los campos de batalla de nuestros países por un ideal que no vieron con los ojos, y cuyos nombres no aparecen escritos en ninguna parte. Hay un poema en la antología de la poesía dominicana que les hace honor. Una estrofa dice así:
(A los Héroes Sin Nombre de Federico Bermúdez)
Que se eleven al cielo nuestras oraciones de gratitud por quienes perdieron la vida en pro de la libertad de nuestros pueblos. Aquí te ofrezco una. Si quieres guardarla, pulsa debajo la franja de color para que la puedas imprimir.
Descargue la Estampa de oración Por los héroes de nuestra independencia y celebremos todos juntos la gloriosa libertad de vivir en esta gran nación.