El mes pasado tomé un curso sobre la Eucaristía. Qué sorpresa, me di cuenta de cuánto me he perdido de la celebración de tan increíble sacramento.
Muchas veces estamos en la misa pero no participamos de la misma. Asistimos a misa por lo menos una vez a la semana y como autómatas repetimos las oraciones, pero con frecuencia nuestro pensamiento viaja por otros lugares.
En ese curso aprendí muchas cosas, pero hoy quiero compartir solo dos con ustedes.
En la celebración de la Eucaristía está presente la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Durante el momento de la consagración invocamos “Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones... de manera que sean Cuerpo y Sangre de Jesucristo”.
Las tres personas de la Trinidad se unen para que se realice el milagro de la transustanciación de las especies. ¿Sentimos esta presencia durante la consagración de tal manera que nos lleve a exclamar como Pedro, ¡Señor que bueno es estar aquí! Vamos a hacer tres tiendas?
La segunda cosa es que el sacramento de la Eucaristía nos invita a pensar en las necesidades de los demás y a actuar en consecuencia. Jesús lavó los pies de sus discípulos y compartió el pan con ellos. Él nos dijo: “Hagan esto en memoria mía”. El mensaje de Jesús es amar y cuidar de los más necesitados, Jesús también nos envía a llevar su mensaje a los confines de la Tierra.
¡Qué bueno es estar aquí! Es bueno sentir la presencia de la Trinidad y confiar en la fortaleza que nos ofrece para llevar el mensaje a otros, para salir a aliviar las necesidades de los más pequeños.
Este domingo, preste atención a las palabras de la Liturgia de la Eucaristía. Sienta la presencia de la Trinidad y recuerde al salir de la misa “Ir en paz a servir a los demás”.
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