El 31 de julio, la Iglesia celebra la Festividad de San Ignacio de Loyola. A veces llamado “soldado de Cristo”, san Ignacio de Loyola trabajó para fortalecer el Reino de Dios en la tierra al tratar de ser como Cristo en todo lo que hacía. Él y la orden que comenzó pudieron lograr grandes cosas al enfocarse en este simple objetivo. Descargue y comparta la actividad intermedia con los niños mientras celebra la Festividad de San Ignacio de Loyola. Descarga disponible en inglés y en español.
Ignacio de Loyola nació en el norte de España. Fue el menor de trece hijos. Su familia era rica y su padre fue un noble. Cuando era niño, Ignacio, llamado Íñigo, soñaba en convertirse en un famoso soldado. A los dieciséis años se convirtió en un paje y, con el tiempo, en un soldado del ejército español. Mas fue gravemente herido mientras luchaba contra los franceses.
Durante su larga y dolorosa recuperación, Ignacio recibió libros. Dos de los libros que leyó trataban sobre la vida de Jesucristo y la vida de los santos. Estos libros lo inspiraron a ajustar la dirección de su vida y cambiar sus metas.
En lugar de luchar en el ejército, Ignacio ahora quería dedicar su vida a Jesús. Vivió como un ermitaño y así dedicó largas horas a la oración y al cuidado de los enfermos. Escribió un libro llamado Ejercicios espirituales para ayudar a las personas a ser más como Cristo.
Después de peregrinar a Tierra Santa, Ignacio decidió estudiar para el sacerdocio. Mientras Ignacio estudiaba para el sacerdocio, su vida de oración y simplicidad influyó en varios de sus compañeros de estudios. Seis de ellos decidieron también convertirse en sacerdotes. Después de que fueron ordenados sacerdotes, todos hicieron un voto especial de obediencia al Papa. Esto significaba que harían cualquier trabajo que el Papa les pidiera que hicieran.
San Ignacio de Loyola trabajó para fortalecer el Reino de Dios en la tierra al tratar de ser como Cristo en todo lo que hacía.
Estos hombres se llamaron a sí mismos la Compañía de Jesús y recibieron el reconocimiento formal como una orden religiosa del Papa Pablo III. La Compañía de Jesús pronto llegó a ser conocida como los Jesuitas.
Ignacio fue elegido como el primer general, o líder, de los jesuitas. Desempeñó este papel hasta su muerte a los 65 años. Vio a los jesuitas abrir escuelas, dirigir retiros espirituales basados en los Ejercicios espirituales y navegar hacia países lejanos como misioneros.
Hoy en día, los jesuitas forman la orden religiosa masculina más grande en la Iglesia Católica y están presentes en casi todos los países del mundo. El Papa Francisco fue el primer jesuita en ser elegido Papa.
San Ignacio de Loyola escribió los Ejercicios espirituales para ayudar a las personas a ser más como Cristo.
Una forma de realizar esto es usar nuestra imaginación y nuestros sentidos para leer los Evangelios. Podría llamarlo “Imaginación ignaciana”: un ejercicio meditativo desarrollado por san Ignacio de Loyola que nos lleva a un pasaje de las Escrituras a través de nuestros cinco sentidos.
El proceso implica la inmersión en un relato bíblico al colocarnos en la escena.
Prestamos atención a las imágenes y los sonidos, los olores y las sensaciones, las personas presentes y el ambiente en el que sucedió el relato. Luego, tomamos nota de los sentimientos que surgen en nosotros.
Imagine ser parte de las multitudes que se alimentan de unos pocos panes y un par de peces. O bien, imagínese de pie en la periferia de una turba clamando por la ejecución de Jesús. Los sentimientos en los dos casos van desde la emoción y la alegría hasta el miedo y el temor.
La escritora J. K. Rowling, en su discurso de graduación de 2017 en la Universidad de Harvard habló elocuentemente sobre el poder de la imaginación, no solo para formar ideas e imágenes creativas, sino también para ampliar nuestra capacidad de empatizar con las personas cuyas experiencias nunca hemos compartido.
¿Cómo podría funcionar esto a través de la práctica de la meditación ignaciana?
Me siento atraído hacia esto de manera inconsciente cuando me encuentro con los relatos del Evangelio de aquellos que buscan el toque sanador de Jesús. La mujer con hemorragia (Mateo 9:20-22), el ciego Bartimeo (Marcos 10:46-52) y la mujer a punto de ser apedreada (Juan 8:1-11) evocan el sentimiento de vergüenza, aislamiento y miedo que envolvía a cada personaje.
Cuando me pongo en cada escena, desarrollo una comprensión más profunda de su compleja necesidad de consuelo, compasión y misericordia.
Dicha práctica meditativa nos sigue por el resto de nuestras vidas cuando nos encontramos con alguien cara a cara o en las noticias, cuyas necesidades reflejan las de los personajes del Evangelio.
El Papa Francisco, un jesuita, encarna el tipo de empatía que Rowling describió en su discurso de graduación. Su llamado a la misericordia en un mundo despiadado se basa en un profundo reconocimiento por la necesidad de la imaginación ignaciana. En su discurso del 2014 a los obispos de Asia dijo: “[La] capacidad de empatía conduce a un encuentro genuino, tenemos que progresar hacia esta cultura de encuentro, en donde el corazón habla al corazón”. Una forma de hacerlo es no solamente tomando la Biblia de corazón sino también colocándonos dentro de su mismo corazón, al estilo ignaciano. A partir de ahí, nuestra imaginación no solo se abrirá a una mayor comprensión de los textos sagrados, sino que también ampliará nuestra capacidad para aquellos encuentros de corazón a corazón que forman la base de la fe verdadera y el discipulado auténtico.
Invite a los niños en grados intermedios a usar su imaginación y sus sentidos mientras leen los Evangelios. Intentarán pensar en lo que harían o dirían si fueran parte de la historia. Descargue y comparta la actividad intermedia con los niños mientras celebra la Festividad de San Ignacio de Loyola.