¿A quién no le gusta disfrutar de una fiesta de máscaras personificando a alguien o algo que haga reír o fastidiar a otros? Es una costumbre tan generalizada entre los humanos que el estudio de las mil razones que le han dado origen resultaría muy interesante. Tanto a niños como a mayorcitos de edad nos encanta un disfraz. No solamente nos gusta disfrazarnos para una fiesta, también nos encanta hacerlo para alguna velada religiosa como la Navidad, la Cuaresma o una obra de teatro. La cosa es que el disfraz ofrece una oportunidad de representar a un personaje diferente a uno mismo. ¿Es esto bueno o malo?
Con frecuencia se oye hablar de Halloween como una costumbre diabólica y una manera de tentar al demonio. No hay duda de que hay gente enferma y maliciosa que hace uso de un día como este para cometer sus fechorías. Siempre las ha habido. Su origen (según leemos en la enciclopedia libre Wikipedia) viene de una festividad céltica, el Samhain, que celebraba el final de la temporada de cosechas y el Año Nuevo celta que comenzaba con el tiempo oscuro del año. Ellos creían que la línea que une a este mundo con el otro mundo se estrechaba con la llegada del Samhain, permitiendo a los espíritus (tanto buenos como malos) pasar a través de ella. Se cree que el uso de trajes y máscaras se debe a la necesidad de ahuyentar a los espíritus malignos. La idea era adoptar la apariencia de un espíritu maligno para evitar ser afectados por él. Eventualmente se fueron desprendiendo de estos ritos una serie de festividades adaptadas a las interpretaciones que la gente, en diferentes partes del mundo, le fue dando, aunque coincidiendo en cuanto a su significado: la unión o extrema cercanía del mundo de los vivos y el reino de los muertos.
Se comprende que la Iglesia intentara suplantar esta fiesta pagana con una festividad cristiana, el Día de Todos los Santos, la cual fue trasladada del 13 de mayo al 1 de noviembre. Luego se agregó el Día de los Difuntos al 2 de noviembre. ¿Se han podido eliminar las fiestas "paganas" de Halloween? No creo, pero sí se han atenuado enormemente. Hoy por hoy es una ocasión más para que los niños y jóvenes (aún nosotros los adultos) nos disfracemos y disfrutemos de una manera más sana.
Lo que sí se ha logrado en las comunidades parroquiales es enfatizar la vida de los santos. Y como a los niños les gusta disfrazarse les hemos dado la oportunidad de hacerlo imitando a su santo o santa favorita. Por eso vemos a niños vestidos de San José, María, pastores, santos y ángeles al lado de Spiderman, piratas, dinosaurios, Zombie Banana y bailarinas. Vamos progresando.
La leyenda del "trick-or-treat" también es de origen céltico según la cual entre los espíritus malignos había uno que deambulaba por pueblos y aldeas, yendo de casa en casa pidiendo precisamente "truco o trato." La leyenda aseguraba que era mejor hacer "trato," dando algo, que exponerse a las maldiciones e infortunios que les pudiera causar el espíritu. Hoy en día esta tradición se ha convertido en una manera más para que los chiquitos puedan recolectar golosinas. Solo los adolescentes son más inclinados a hacer ciertas travesuras. Claro que aquí me refiero a como esta tradición ha evolucionado en Norteamérica.
Decidan con su directora o director de la escuela o catequesis dedicar un día a los santos. Que todos los estudiantes vengan ese día vestidos de sus santos o santas favoritas, y que lleven una etiqueta que diga: "Pregúntame quien soy" o "Ask me who I am." Para esto deben buscar información sobre esa persona y estar listos para compartirla. Al final del día escolar o la sesión catequética que cada maestro pregunte a su grupo lo que aprendieron. Ofrézcales luego algún refrigerio.