Mi amiga Joanna tiene colgado, a la entrada de su oficina, un poster con fotografías de muchos tipos de puertas. Es una imagen muy interesante e impresionante, que siempre me llama la atención. Las puertas son hechas de diferentes materiales y diseñadas para diferentes funciones o para diferentes gustos. Algunas son grandes, otras pequeñas, adornadas o simples, angostas o anchas, de madera, de piedra, etc.
Recordar ese poster me hizo evocar el tema del domingo catequético de este año, que nos invita a entrar por la puerta de la fe. Podríamos decir que la puerta de la fe no está hecha de ningún material y que no tiene muchas funciones, sino la propia de cada individuo. La puerta de la fe es una puerta especial, creo que solo tiene una función: es una invitación a encontrarnos con Dios de manera especial. Podemos entrar por la puerta de la fe y ver todo lo que Dios ha hecho por nosotros y lo que nos ha dado, o ver lo divino, o quizás estudiar sobre nuestra fe para comprender más sobre ella, para amarla más, entenderla más, compartirla más.
Como catequistas podemos aprovechar la oportunidad, no solo para cruzar el umbral de la fe, sino también para invitar a otros a entrar por la puerta de la fe, también acompañar a otros en su jornada hacia la puerta de la fe. Podemos compartir nuestras experiencias con otras catequistas, hacer actividades especiales para las familias, para darles a conocer la invitación y ofrecerles ideas para poner en práctica en sus hogares.
Deberíamos disfrutar de la oportunidad y ver lo que podemos encontrar al pasar por la puerta de la fe. De seguro que tendremos agradables sorpresas.