"Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor." Así empieza la oración al Espíritu Santo que muchos conocemos. Dos palabras resaltan en esta plegaria: llena y enciende. La fiesta de Pentecostés nos recuerda que Dios llena y enciende con su presencia y amor toda realidad. Dios llena nuestra vida y le da sentido. El Espíritu Santo es Dios en íntima unión con toda la creación. Así lo proclamamos en la Liturgia cuando rezamos en alta voz: "Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida..." Todo está lleno de la presencia de Dios. Jesús proclamó esta verdad constantemente dejándonos entender que no estamos solos, que hay algo (alguien) muy dentro de nosotros animándonos en el camino.
La otra palabra, enciende, expresa lo que el poder del Espíritu logra en nosotros aún cuando no estamos conscientes de ello. El amor entre las personas sucede por el poder del Espíritu; el coraje de perdonar nace por el poder del Espíritu; la compasión por los que sufren brota por el poder del Espíritu; las alegrías, la autoestima, los deseos de superación, la paciencia, la perseverancia, la fe y la esperanza vienen por el poder del Espíritu. Es la mano de Dios siempre extendida.
Hay tres símbolos muy antiguos que ilustran quien es el Espíritu Santo: el aire, el fuego y el agua. El aire nos rodea, nos envuelve y lo necesitamos para vivir. No lo vemos pero lo oímos y sentimos. No pensamos mucho en él pero si nos faltara lo buscaríamos ansiosamente. Así ocurre con Dios Espíritu Santo, siempre está ahí. Para quienes creemos él es un consuelo constante pues nos sentimos siempre acompañados. Y cuando sopla con fuerza nos levanta y empuja a hacer cosas extraordinarias.
El fuego quema, brilla y da calor. Dios Espíritu Santo entra en el corazón humano y lo enciende con ideales, aventuras, proyectos y afectos destinados a renovar la faz de la tierra. ¿Te has preguntado alguna vez de dónde le viene a ciertas personas la inspiración para hacer las maravillas que hacen? Ellas brillan de una manera muy especial. Su calor se siente de cerca y de lejos---están llenas del Espíritu.
El agua es también necesaria para vivir. De faltarnos el agua la supervivencia sería imposible. Solamente aquellos que tienen poca o luchan por encontrarla la aprecian mejor que muchos de nosotros. Dios Espíritu Santo es el agua que refresca y da alegría. No es Coca Cola, cerveza o licor; es agua pura que limpia, sana, y mitiga la sed.
En esta fiesta de Pentecostés recordemos las palabras del profeta Joel: "Dice Dios- derramaré mi espíritu sobre todos: sus hijos e hijas profetizarán, sus jóvenes verán visiones y sus ancianos soñarán sueños...Haré prodigios arriba en el cielo y abajo en la tierra." Y las de Jesús cuando le dijo a sus discípulos: "El Defensor, el Espíritu Santo que enviará el Padre en mi nombre, les enseñará todo y les recordará todo lo que yo les he dicho." Jn 14:26
Reproduce la oración al Espíritu Santo para rezarla en familia o con tus estudiantes durante esta semana.