¿Cómo van tus promesas de Cuaresma? Si eres como yo ya necesitas una nueva inspiración para continuar, pues me pasa que tan pronto las hago y empiezo, con esa misma velocidad se me van olvidando.
Dulce empezó esta serie de meditaciones recordándonos que la oración, la abstinencia y la limosna son vías seguras para recobrar nuestro balance espiritual durante la Cuaresma. Esta semana pasada Victor nos animó para que le prestáramos atención a nuestra oración. Ahora nos toca echarle un vistazo al sacrificio y la abstinencia. Para mí son los más difíciles; los evitamos como a las plagas de hormigas.
Por lo general para muchos de nosotros los sacrificios cuaresmales se presentan como oportunidades para abstenernos de alimentos y bebidas que nos han hecho salir de nuestro régimen de peso. Para quienes la vida es un sacrificio y una privación constante la Cuaresma no tiene nada de novedad--es lo mismo de siempre. Hay muchos (gracia a Dios) que la aprovechan para mejorar algún defecto de comportamiento. Pero, ¿qué tal si en esta ocasión nos concentramos en recobrar el sentido positivo de la vida tomando en serio aquello que nos ofreció Jesús: "Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia"? A esto se refería cuando citó el pasaje en Isaías: "El Espíritu del Señor está sobre mí...me ha enviado para dar una buena noticia a los que sufren...para cambiar su ceniza en corona, su luto en perfume de fiesta, su abatimiento en traje de gala." (Isaías 61)
¿Qué pasaría si en vez de concentrarnos en nuestros defectos (los cuales no parecen desaparecer al final de la Cuaresma) nos concentramos en construir puentes, reforzar muros, sembrar flores. La gran poetisa Chilena, Gabriela Mistral, lo dice así: "Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Sé tú quien aparte la piedra del camino."
No sé tú, pero este ángulo esperanzador y retador a la vez renueva mis deseos de continuar mi camino cuaresmal con nuevos bríos.
Copia la poesía de Gabriela Mistral y repártela a tus estudiantes o miembros de la familia. Después de leerla interpreten su significado teniendo en cuenta el ambiente en que se encuentran. Ayúdales a reescribir la poesía en sus propias palabras mencionando acciones específicas que han decidido hacer. Haz copias de esta nueva poesía y repártelas para que la lean todos los días antes de empezar las clases, o, si es en la familia, antes de comer o salir de la casa en la mañana.
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