Este sábado celebramos una fiesta de la que oímos poco, la presentación de Jesús en el templo. Es también el rito de la purificación de María, quien se consideraba impura por haber dado a luz. De hecho, toda persona que tuviera contacto con nacimiento o muerte tenía que pasar por ritos de purificación antes de participar del culto religioso. Así lo hicieron María y José. Su alegría residía, sin embargo, en presentar su hijo a Dios. Me imagino los pensamientos de ambos al presentar al niño: "Aquí está nuestro hijo, Señor. Bendícelo con buena salud y guíalo por el camino que le has trazado. Danos fuerza y entendimiento para criarlo como tú quieres. No será difícil amarlo, ¡ya estamos locos con él!"
Las presentaciones por lo general son muy interesantes. Tenemos, por ejemplo, las presentaciones en sociedad de las quinceañeras. A los padres les encanta "echar la casa por la ventana" con una fiesta con toda la familia y las amistades para que todos sepan lo orgullosos que se sienten con ella. ¿Qué tal la toma de posesión de un cargo importante? Estas se hacen en público para que los presentes reconozcan a la persona elegida y la exhorten a cumplir la labor que se le encomienda. Hay presentaciones pomposas y las hay sencillas, pero todas tienen un motivo parecido, poner en relieve a una persona o grupo.
Para mí, la presentación más importante es la que hacemos cuando llevamos a nuestros hijos a la iglesia para ser bautizados. Al igual que María y José, le entregamos el bebé a Dios como si fuera un obsequio, confiados en que recibirá todas las bendiciones que le ayudarán a ser una persona buena, honesta, amorosa, religiosa, y, por supuesto, hacendosa. En momentos alegres como estos no deseamos oír palabras sombrías como las que le dijo Simeón a María: "Mira, este niño está colocado de modo que todos en Israel o caigan o se levanten; será signo de contradicción...En cuanto a ti, una espada te atravesará el corazón." Más sin embargo, así será, es parte de lo que significa ser madre o padre. Los hijos emprenden su camino en la vida por caminos llanos y pedregosos, y nosotros con ellos. Seremos apoyo y estímulo, ofreceremos bálsamo y coraje, observaremos de cerca y de lejos como se despliegan o no sus alas.
Honremos en esta celebración a todos los padres que día a día se sacrifican por el bienestar de sus hijos y démosles gracias con palabras significativas. Si tenemos alguna discordia con ellos, este es el momento de reparar esos sentimientos.
Actividad
Si eres catequista, anima a tus estudiantes a recordar el motivo de su bautismo y a darle gracias a sus padres por todo lo que hacen por ellos. Esto lo pueden hacer escribiéndolo en una tarjeta hecha y decorada por ellos.
- Hermana Rosa Monique Peña, OP