Siempre he tenido admiración por las personas que mueren defendiendo causas nobles. Ellas pasan a la historia dejando una estela de enseñanzas sobre lo que significa el sacrificio de entregar la vida misma. Pero, ¿qué tal las personas que quedan vivas? Estas conservan en su piel y en su memoria los estragos de ese sacrificio--- doloroso compañero del resto de su vida. Este es el caso de los veteranos de guerras. Si a los soldados que murieron se les recuerda siempre jóvenes porque seguramente murieron jóvenes, a estos, los soldados que sobrevivieron, los veteranos, los vemos luchando por encontrarle un nuevo sentido a la vida mientras que se enorgullecen de haber servido honorablemente a su patria. Estos envejecen poco a poco viviendo cada día con imágenes que desearían no tener. Una que otra vez al año les damos las gracias y les condecoramos sin averiguar mucho sobre su historia.
La celebración conmemorativa del Día de los Veteranos nace con el final de la primera guerra mundial, el 11 de noviembre de 1918. Esta guerra se la consideraba como la que diera fin a todas las guerras. Lamentablemente no fue así. La lista de héroes de la patria sigue en aumento con nuevas y más sangrientas guerras. Y así continuará hasta que la humanidad acabe de comprender el significado de la hermandad, la fraternidad, la unidad que debe existir entre todos los pueblos de este pequeño planeta.
Mientras caminaba hace poco por los pasillos de un aeropuerto del país, vi un anuncio iluminado con la fotografía de una mujer veterana de la guerra en Paquistán, joven, bonita, y obviamente inteligente---sin piernas. Las perdió en la guerra. Por largo rato me quedé frente a su foto buscando como entrar en su experiencia para sentir con ella el precio de su entrega. Nunca lo podré hacer. Todavía tengo las mías. Pero sí pude decir un "gracias por tu ejemplo" mientras rezaba por su recuperación psíquica, moral, espiritual y física.
Hagamos todos algo similar. Si sabes de algún veterano/a de la guerra que reside en tu barrio o parroquia, envíale unas palabras de agradecimiento. Si tienes estudiantes, que cada uno diseñe una tarjeta haciendo lo mismo, y que le incluyan una oración compuesta por ellos mismos.
-Hermana Rosa Monique Peña, OP