Hay ciertas canciones que nunca pasan de moda; sea por su ritmo pegajoso o su letra, forman puentes entre las generaciones. Entre estas está el Himno Panamericano. Es increíble la cantidad de personas que lo conocen y les agrada cantarlo o tararearlo con una sonrisa flamante mientras lo hacen. Hace poco me invitaron a dar una conferencia a un grupo de hispanoparlantes. Antes de iniciar mi presentación les pregunté de dónde venían, sus países de origen o el de sus antepasados. Allí conté unos diez países. Fue entonces cuando se me ocurrió entonar el Himno Panamericano. El grupo irrumpió en un coro perfecto. Desde ese momento ya no éramos un grupo unido al azar, éramos una pequeña hermandad. ¡El milagro de una canción!
Lean estas dos estrofas iniciales y díganme si no son una oración por la paz, una receta para animarnos a derribar las tantas barreras que nos separan y para enfrentar a quienes insisten en mantenerlas de pie:
Enseñemos esta canción a nuestros hijos y nietos. Los valores se aprenden así, sin mucho sermón. Con la sencillez de una canción contagiosa podemos ser más efectivos en dejar huellas indelebles en el corazón de los pequeños. Supongo que las muchas veces que nos hemos acercado a hermanos de otros países ha sido porque alguien nos enseñó a ver en los demás el rostro de Dios, o porque recordamos estrofas como estas que nos inspiran ser más fraternales.
Descargue esta hermosa oración dedicada a la hermandad y al acercamiento de las naciones a través del respeto y la compasión.
Rosa Monique Peña, OP