No creo que haya otro nombre más usado y más común que el nombre María. Piensa en las muchas personas que llevan este nombre o sus variantes, tales como: Mary, Miriam, Maureen, Maura, Mariana, Mairi, Mayra, Mara, Mari, Marielle, Marita, Mireya, o Mariano y Mario para los varones. Se dice que hay 103 variantes del nombre María, y muchos más con nombres compuestos, como: María Rosa o Dulce María. El nombre viene del hebreo, Mír-yam, y puede significar "doncella, princesa o señora", y, también, estar relacionado con el mar. Hay muchas versiones. Lo cierto es que para quienes veneramos a la madre de Jesús, el nombre María está en nuestros labios con mucha frecuencia.
Cuando pronunciamos el nombre de María, ¿por qué lo hacemos?, ¿qué nos recuerda?, ¿qué deseamos? Parece ser que su nombre viene acompañado de unos sentimientos sumamente maternales: cariño, comprensión, paciencia, dulzura, misericordia, consejo, refugio... Para muchas personas les es más fácil rezarle a la Virgen María que dirigir sus oraciones a Dios. Se comprende. La madre es, por lo general, la primera persona a quien acudimos cuando estamos necesitados de cariño o de una consolación.
Si bien María aparece solamente tres o cuatro veces en los evangelios, dando la impresión de que no era tan importante, no ha sido así en el corazón de los creyentes, empezando con los primeros siglos de la cristiandad. Su figura ha ido creciendo con el tiempo, bendiciéndonos con su continua presencia y sus mensajes de perdón y unidad. Ya María no tiene cara propia, puesto que tomó todas las nuestras, asegurándonos con esto que ella es "nuestra" madre, siempre presente a nuestro lado.
Todas nosotras que llevamos el nombre de María, meditemos en el privilegio que esto significa, y en el compromiso de ser sus primeras imitadoras. Que nuestro nombre y nuestro comportamiento reflejen las virtudes de nuestra madre celestial. ¿A qué madre no le gustaría que sus hijas fueran sus mejores representantes?
Rosa Monique Peña, OP