La beata madre Teresa de Calcuta falleció el 5 de septiembre de 1997. En el mes de septiembre, reconocemos todo lo que hizo en su vida por los pobres, los enfermos y los desamparados. La historia de la madre Teresa es una historia de conversión y de cómo una formación en la fe nos lleva a hacer actos que son grandes y que construyen el reino de Dios.
La madre Teresa no empezó como el personaje que hoy conocemos. A los ocho años de edad, Inés, su nombre de pila, perdió a su padre. Su madre la educó y le enseñó la fe católica. Ella fue bautizada a los tres meses de nacida. La madre Teresa siempre celebraba el día de su bautismo como su cumpleaños porque decía que ese era su “verdadero cumpleaños”. A los 18 años, ingresó al convento de las Hermanas de Loreto. Durante 20 años permaneció como religiosa de esta congregación, donde aprendió inglés y magisterio. La congregación la envió a la India a trabajar en las escuelas. Durante su tiempo como maestra, se dio cuenta de la pobreza que existía en el mundo, específicamente en la India. Ahí fue donde ella tuvo una conversión y decidió salir de la congregación y fundar la congregación Misioneras de la Caridad.
Durante 48 años dirigió su congregación dedicada a cuidar de los pobres, los huérfanos y los enfermos. Su congregación fue una de las primeras en responder a la crisis del SIDA, que surgió en la década de los 80. Las Misioneras de la Caridad hacen su labor a través de mucha oración y contemplación. La oración es parte integral y no es un ritual pequeño, sino que ellas dedican la mayor parte de sus vidas a la oración y a la contemplación. La madre Teresa fundó esta congregación con la intención de que fuera tanto de oración y contemplación como de obras de caridad. Aunque a veces nosotros solo nos damos cuenta de las obras, pocas veces vemos que esas obras llevan mucha oración.
Todo esto, la madre Teresa hizo en su vida, por la buena catequesis que le dio su mamá y su primera congregación. La conversión viene porque ella llevó toda esa evangelización y catequesis a un nivel más profundo para hacer esa transformación. Toda la catequesis que hacemos debe de llevarnos a la conversión. No puede haber conversión sino hay evangelización. La conversión nos impulsa a conocer más nuestra fe y nos llama a hacer obras de caridad en el pueblo. Como catequistas, sabemos que estamos haciendo un buen trabajo cuando nuestros estudiantes viven una vida de conversión y que están transformando su comunidad a través de las obras de caridad. Es cuando nos unimos a la beata madre Teresa de Calcuta y juntos construimos el reino de Dios.
Victor Valenzuela
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