Tengo muy bonitos recuerdos de pasar tiempo en la casa de mi abuela en Sonora, México, cuando era niño. Durante el día pasaban tantas cosas interesantes; recuerdo por ejemplo, que había un señor que vendía frutas y vegetales, y que los llevaba en un carrito de mano. Todos los días, unas horas antes de preparar el almuerzo escuchábamos los anuncios que él hacía en voz alta, diciéndonos que tipo de productos llevaba. Unos días se escuchaba – ¡TOMATES! otro día ¡CALABAZAS! ¡LECHUGA! ¡NARANJAS! Cada día era una fruta o vegetal diferente. Yo con anticipación lo esperaba para ver que traía.
Otra de las cosas que me gustaba era que escuchábamos mucho la radio. Como el lugar donde vivía mi abuela y mis tíos era un pequeño pueblo, la radio se convertía en un canal de información y noticias locales. En la radio había anuncios de quien falleció, a qué hora empezaba el baile del sábado, quién se iba a casar, etc. Cada día el locutor anunciaba el onomástico del día. Siempre les mandaba saludos felicitándolos en el día de su santo. Como muchas de las tradiciones que han pasado, esta es una de las que nos estamos olvidando. Es rara la vez que escucho a alguien felicitar a otra persona por ser el día de su santo. Muchos de nosotros no sabemos quién es nuestro santo patrón ni tomamos el tiempo para investigarlo.
Mi santo es san Víctor. Que fue un Papa en el segundo siglo después de que se fundó la Iglesia. Como se pueden imaginar, en esa época la información tardaba mucho tiempo en llegar de un lugar a otro. Había mucha mala información y muchas veces esto provocaba herejías. San Víctor luchó para que se aclarara la doctrina básica de nuestra fe. Se decía que Jesús era solo hombre y no Dios o parte de la Santísima Trinidad. San Víctor defendió la divinidad de Cristo. En mi trabajo como catequista, sigo insistiendo que en muchos de nuestros esfuerzos catequéticos se nos olvida mencionar o ver que todo debe llevarnos más cerca de Cristo. Estoy comprometido a ayudar a cualquier persona a ver lo importante y central que es Jesús en nuestra catequesis. Tomo un poco de inspiración de mi onomástico san Víctor y busco maneras de que todos puedan ver a Cristo como la salvación de nuestras vidas.
Nosotros podemos recuperar esta tradición del onomástico y en nuestras familias ayudarles a nuestros hijos, sobrinos, ahijados y nietos sobre cuál es el significado de sus santos. En la clase de religión, puede ser una actividad al principio del año donde se presentan con su nombre de santo. Hay muchos niños hoy que no tienen nombre de santo, quizá este sea un buen tiempo para que escojan uno. Durante el año catequético se pueden hacer muchas actividades con el santo de cada niño. Poco a poco vamos a ir recuperando lo importante que son los santos para nosotros.
Victor Valenzuela