No importa de donde seamos, todos celebramos un día de la independencia. El 4 de julio se celebra el Día de la Independencia de los Estados Unidos. El día de nuestra independencia nos sentimos orgullosos de saber que somos libres, nos sentimos valer. El ser independientes nos permite actuar con libertad. La libertad es algo que está escrito en nuestros corazones.
Como ciudadanos de un país libre tenemos la oportunidad de educarnos, expresar nuestras ideas, profesar nuestra fe, movernos de un lugar a otro. . . Con mucha frecuencia damos por sentado todo esto pero, hay muchas personas en el mundo que no tienen estos privilegios. Muchas veces esos privilegios nos hacen olvidar que ser libre implica ser responsables de formar e informar nuestra conciencia para poder evaluar las consecuencias de nuestras acciones.
Sí, la libertad político-económica nos ofrece la oportunidad de disfrutar de muchos privilegios. Pero hay otro tipo de libertad. La libertad que nos da el ser hijos de Dios, la verdadera libertad. Dios nos creó libres para actuar y tomar decisiones. Ser libre hijo de Dios, también implica velar por que todo ser humano disfrute de la libertad que le corresponde. Cuántas noticias escuchamos en los noticieros o leemos en lo periódicos que nos informan de trágicos sucesos que privan a personas de su libertad; secuestros, guerras, encarcelamientos, asaltos. La libertad de ser hijos de Dios también nos exige velar por el bienestar de los demás y hacer lo que esté a nuestro alcance para preservar su libertad e integridad.
Por otra parte, estamos tan acostumbrados a gozar de nuestra libertad que muchas veces no nos percatamos de que algunas de las cosas que rutinariamente hacemos nos roban esa libertad y vamos por la vida cargando un pesado equipaje que a la larga, de cierta manera, nos esclaviza. Pensemos por un momento en el consumismo. Los comerciales nos invitan a comprar y nos ofrecen especiales, y corremos a comprar aunque no necesitemos la mercancía y acumulamos cosas que no necesitamos. Sí, somos libres para decidir comprar lo que nos guste, pero ¿hemos reparado en las consecuencias de esa compra?
Pensemos por un momento cuáles son las cosas que llenan ese pesado fardo en nuestras espaldas y saquemos de él las preocupaciones, las tensiones, las dudas ... Vamos a dedicar tiempo a pensar en cómo dejar un poco de ese equipaje. Al deshacernos de un poco de cosas ganaremos un poquito más de libertad.
Dulce M. Jiménez Abreu