¿Quién lo iba a pensar? Nuestra generación podrá apreciar y disfrutar a través de todos los medios de comunicación que tenemos hoy en día la canonización de dos Papas muy queridos, Juan XXIII y Juan Pablo II. Si estamos de viaje podremos ver la ceremonia en el mismo avión; si tenemos teléfonos celulares, solo habrá que abrirlos; lo mismo si estamos en la computadora u oyendo la radio en el carro. Será una ceremonia inolvidable. A continuación comparto con ustedes algunos detalles del rito para que lo sigan mientras lo ven o lo oyen.
La ceremonia toma lugar en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, para que pueda asistir el mayor número de personas. Este año vendrá mucha gente desde Polonia, razón por la cual el Papa Francisco fijó la fecha en abril por ser un mes más favorable para quienes viajarán por tierra. El rito se hace antes de la misa y lo preside el mismo Papa.
Al principio hay una triple petición por parte del Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos dirigida al Santo Padre para que este canonice a los Beatos Juan XXIII y Juan Pablo II. Después de la primera petición, el Papa hace una oración rogándole a Dios su ayuda. Después de la segunda petición, el Papa reza por la presencia del Espíritu Santo y se canta el Veni Creator. Seguida la tercera petición, el Papa lee la Fórmula de Canonización, la cual dice: "En honor a la Santísima Trinidad, para exaltación de la fe católica y crecimiento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y la Nuestra, después de haber reflexionado largamente, invocando muchas veces la ayuda divina y oído el parecer de numerosos hermanos en el episcopado, declaramos y definimos Santos a los Beatos Juan XXIII y Juan Pablo II, y los inscribimos en el Catálogo de los Santos, y establecemos que en toda la Iglesia sean devotamente honrados entre los Santos. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén." Inmediatamente después se entona el Te Deum en agradecimiento a la Santísima Trinidad.
Mientras esto ocurre, se llevan en procesión las reliquias de los nuevos Santos, primero al Papa para él venerarlas, y luego para depositarlas sobre una mesa cerca del altar; allí son incensadas por el diácono. Termina el rito con palabras del Prefecto quien, en nombre de la Iglesia, agradece la proclamación de los nuevos Santos. A continuación la Misa; en su homilía el Papa reflexiona sobre algunos aspectos importantes de la vida de cada Santo.
No olvidemos la fecha de la canonización, 27 de abril. Sugiero que compartamos la experiencia con otras personas para disfrutarla mejor.