Este fin de semana leímos en misa el relato del ciego de nacimiento. La semana pasada Víctor compartió con nosotros una reflexión sobre esta lectura muy a tono con la Cuaresma. Búscala, te va a gustar. ¿Pero, qué tal si ahora usas esa misma lectura para tener una reflexión compartida con tus estudiantes, tus catecúmenos, o con tu familia? Te ofrezco esta idea:
1. Busca en el internet la historia de Helen Keller y cópiala. O, si lo prefieres, compra en la librería una que esté adaptada a la edad de tus estudiantes. Les encantará oírla. Si tienes acceso a una computadora en el salón de clases, entra en YouTube donde encontrarás varios segmentos interesantísimos de la vida de Helen protagonizados por ella misma. Sé que todos la disfrutarán mucho.
2. De acuerdo al grupo que tengas, sostén una conversación sobre cómo ella aprendió a desenvolverse en la vida siendo totalmente ciega y sorda; las dificultades que tuvo para poder comunicarse con los demás; cómo llegó a ser escritora y conferencista a nivel mundial, y su influencia en los asuntos políticos internacionales.
3. Gira ahora la conversación en torno a los dones que ella recibió de Dios que la ayudaron a ver 'sin ojos' y 'oír sin oídos'. Puedes empezar con esto que dijo: "Las cosas mejores y más hermosas se deben sentir con el corazón." Si la conversación es con estudiantes mayores, o con la familia, usa también esta otra frase de ella: "Lo único peor a no tener vista es no tener visión."
4. Lean ahora el relato del ciego de nacimiento en Juan 9:1-41, y comparen notas: Helen fue bendecida con una familia buena, adinerada e interesada en ayudarla en todo lo posible. El ciego de nacimiento era pobre, discriminado por aquellos que lo consideraban 'pecador', y su familia no supo ayudarlo o defenderlo. Sin embargo ambos fueron objeto de la compasión divina. Dios los favoreció sin prestarle atención a la clase de personas que eran. La primera lectura del domingo, 1 Samuel 16:7, dice: "La mirada de Dios no es como la del ser humano: los humanos ven las apariencias, pero el Señor ve el corazón."
5. Termina la sesión con una oración pidiendo al Señor ver con 'sus ojos', los ojos del corazón. Te ofrezco esta: