Esta semana voy a continuar con los escrutinios que se celebran durante la Cuaresma para los catecúmenos. El capítulo 9 del Evangelio de San Juan nos relata la historia de un hombre que nació ciego y fue sanado por Jesús. El segundo escrutinio se trata sobre este pasaje.
En esta historia, Jesús presenta dos puntos importantes. Primero: al empezar esta narración nos damos cuenta de que Jesús vio al ciego. En esa época, los ciegos eran personas rechazadas por la sociedad. No solo por ser ciegos, sino porque se asumía que su ceguera era consecuencia del pecado de sus padres y familiares.
Estas personas destituidas de la sociedad, son personas que hoy también ignoramos y no queremos ver porque nos remuerde la conciencia. En los primeros versos de este capítulo, Jesús no solo vio al ciego, sino que también nos dice que la razón de su ceguera era para que las obras del Señor se pudieran manifestar. Para mí es otra manera de preguntarse ¿realmente quién está ciego?, ¿el hombre que vemos en la historia o nosotros que no vemos a los más necesitados en nuestras comunidades? No ver a las personas destituidas es no tomar la oportunidad de manifestar la gloria de Dios y se puede convertir en un pecado.
En el segundo punto, Jesús nos dice que la ceguera no solo está en los ojos sino también en el corazón. Jesús hizo lodo con saliva y lo aplicó a los ojos del ciego. Este fue al pozo donde se lavó los ojos, ahí ocurrió el milagro de ver por primera vez. Los fariseos no creían que Jesús fuera capaz de hacer este milagro. Interrogaron al ciego y a su familia para tratar de comprobar que Jesús era un charlatán. Al no poder desacreditar a Jesús, los fariseos quedaron muy disgustados. La pregunta que hace Jesús y que todavía se aplica hoy, es que el hombre nació ciego en sus ojos pero muchos de nosotros tenemos ceguera en nuestros corazones. No podemos tener fe si somos ciegos en nuestros corazones, si no vemos las oportunidades que tenemos para manifestar la gloria de Dios. Hay que tomar un tiempo esta Cuaresma para reflexionar sobre las maneras en las que somos ciegos y no vemos lo que Dios nos pone enfrente. Hay que pedirle a nuestro Señor que nos ilumine y nos ayude a ver las bonitas oportunidades que él pone en nuestros caminos para ser mejores cristianos y para poder ver con nuestros corazones.
Actividad con niños: Decisiones tomadas con el corazón