Siempre me ha gustado la Cuaresma. Será porque es un tiempo de mucha reflexión, oración y ritos litúrgicos muy bonitos, o será porque me gusta como se une toda la parroquia para caminar juntos en esta peregrinación espiritual. También me gustan las comidas que se preparan en esta temporada. Desde el pescado frito, todos los viernes, o la famosa capirotada mexicana, y también un plato que se llama “chicos en Sonora”. Posiblemente me gusta la Cuaresma por todas estas razones.
Esta Cuaresma quiero reflexionar en este blog sobre los escrutinios. En este tiempo de Cuaresma, los catecúmenos están en las últimas etapas de su preparación para ser recibidos oficialmente en la Iglesia como neófitos o recién bautizados en la fe. Los escrutinios son momentos de purificación e iluminación. Es una oportunidad para que la comunidad camine al lado de la persona que va a ser iniciada en nuestra fe. Son tres domingos, normalmente los tres últimos de la Cuaresma. Los evangelios que se leen en esos días son distintos y apropiados para una persona que busca conversión. El primer evangelio es el de la samaritana que llega al pozo y habla con Jesús. El segundo es cuando Jesús sana a un ciego de nacimiento, y el tercero la resurrección de Lázaro. Estas tres escenas de los evangelios nos ayudan a reflexionar sobre nuestra fe y especialmente cuando nos hace falta un poco de conversión.
En Juan 4:5 vemos que el pozo de agua es el lugar donde se da una conversión. La samaritana, que viene solo a buscar agua pero se encuentra con Jesús o como dice ella “un hombre”. Ella no sabía quién era el hombre, simplemente que le estorbaba hacer su labor de recoger agua para su comunidad. Ella solo deseaba llenar sus cántaros de agua e irse lo más pronto posible. Jesús quiso conocer un poco de ella y más, quería conocer su vida espiritual. Ella tenía mucha resistencia a este “hombre” y al principio le contestaba muy corta y apuradamente. Ella se asombró cuando Jesús le dijo: “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna”. La samaritana después de mucha conversación y resistencia a lo que le decía Jesús, se resignó y tuvo una conversión ahí mismo, junto al pozo.
¿Cuántas veces estamos cerca del pozo y no vemos lo que está presente? Yo, por mi parte, sé que muchas veces tengo mucha resistencia y necesito mucha conversión para ver lo que está frente a mí. El pozo de agua de la vida eterna está enfrente y alrededor de nosotros. No hay que perder el tiempo como la samaritana, y hay que ver lo que tenemos presente. Gracias a Dios tenemos la Cuaresma como un tiempo de reflexión, para ver todo lo que está cerca, de mucho valor, y que probablemente y normalmente ignoramos. Cristo está cerca, no hay que ignorarlo.
Descargue la Estampa de oración Ezequiel 36, 23-26 y pásela a todos los que están dispuestos a celebrar esta Cuaresma.